Ojalá no tener que escribirte esto nunca. Ojalá nunca hubieses sufrido tanto, ni los que te queremos te hubiésemos visto sufrir así. Ojalá nunca te hubieses ido. Ojalá no me hubiese tenido que despedir de ti para siempre. Pero, sin embargo, aquí me encuentro tratando de reflejar en unas pocas palabras lo que pienso y siento.
Lo cierto es que no se muy bien qué decirte.
Podría empezar recordándote que te echamos de menos a cada segundo del día, pero creo que de eso ya te habrás dado cuenta.
Hace un año que nos dejaste y todavía me resulta extraño pasar por tu habitación y no ver todas tus cosas tiradas en el suelo, significaba que estabas trabajando, creando y dando vida a todos tus proyectos. Todavía me cuesta creer que quiero salir contigo a pasear, hablar de nuestras cosas, ir de compras o a cualquier cosa de las que solíamos hacer y que no puedo.
Desde que te fuiste ya nada es igual. No somos los mismos. Hemos cambiado. Ya no sonreímos igual, ni somos igual de felices pero tampoco somos igual de fuertes, ahora lo somos más. Tú nos hiciste así, con tu ejemplo, tu fortaleza y tu actitud ante la enfermedad.
Gracias por habernos enseñado tanto, por haber podido disfrutar de ti 20 años y por estar ahí, porque se que nunca te fuiste, que vives en mi, vives en mamá y papá. Estás en cada uno de nuestros pasos. Te sentimos en cada momento. Te vemos en cada recuerdo. Y eso nada ni nadie lo podrá cambiar jamás.
Fuiste, eres y serás mi hermana, mi amiga, mi compañera de vida y mi confidente.
Te quiero mucho Patri ♥️